Laura López- Segundo regular
MÁSCARA Camino por la vida disfrazada, como si viviera en un carnaval constante. Obligada a ser y a aparentar algo que no soy, ni quiero ser. Una máscara que me estorba y me molesta. Que tan solo me deja respirar, cuando se me cae. Así que me la he quitado y he empezado a vivir. Con todo ese aire, que estaba encerrado en mis pulmones.
CINCO MINUTOS Solo cinco minutos, tardé en juzgarme. Y sigo utilizando, muchos cinco minutos, para dejar de hacerlo. Así que, no. No te pido que me quieras. Yo tampoco sé quererme.
ESTOY BIEN. Con los muñones empapados en lágrimas. El corazón y la respiración, al ritmo de una canción tecno, que suena a las cuatro de la mañana. Te digo que estoy bien y que mal miento.
CONSEJOS: Sé tú misma. No tengas miedo. No te rayes. Todo pasa. Deja el pasado atrás. No llores más. Sonríe un poco. Sé fuerte. Afronta los problemas. Sé feliz. Y si, yo lo intento. Pero quien la sigue, no siempre la consigue. Así que, métete tus consejos de mierda por el culo, y déjame buscarme, tener miedo, rayarme, mirar al pasado, llorarlo, no ser fuerte, no afrontar mis problemas, y sobre todo, déjame estar triste.
QUIERO. Quiero comerme el mundo, pero el mundo me come a mí.
CADA DÍA UN POCO MÁS: Me pierdo, cada día un poco más. Cada día en un lugar diferente, y a veces me pregunto si me volveré a encontrar, y otras si de verdad quiero hacerlo. Me pierdo y me encuentro cada día un poco más, a partes iguales. A veces me rompo, y otras, siento la falsa ilusión de reconstruirme. Cada día me rompo y me reconstruyo. Cada día me reconstruyo y me rompo. Cada día un poco más, Casi como un puzle sin final. Cada día un poco más.
DECLARACIÓN Me encantan las almas perdidas y las personas rotas. Me provocan una especie de atracción incontrolable. Un deseo fugaz, de intentar encontrarlas, recomponerlas. Me pase mucho tiempo intentándolo. Hasta que me di cuenta que, nadie estaba más perdido o más roto que yo. Y en ese preciso instante. Me dio un ataque de risa. Algo incontrolable. Yo era mi mayor atracción y nunca me quise. Nunca me encontré. Nunca me reconstruí. Nunca permití que alguien lo intentara. Ahora me atraen las personas enteras. Por eso, sigo sola en mitad de tanta gente.
AUTODESTRUCCIÓN Aquí estoy, vomitando palabras que no sirven para nada. Sin sentido y sin control. Sabiendo que no va salir nada bueno de tanto odio acumulado. Creo que me odio. No. Sé que me odio. A mí y a todo aquello que provenga de mí. Tengo agotado el amor propio. Olvidé los monstruos de debajo de la cama, demasiado pronto tal vez. Pero me gusta saber, que yo, me convertí en mi peor monstruo. Esto me fascina. Mi miedo propio. El nunca ser suficiente, suficiente para mí. Pero para odiarme tanto, he tenido que quererme mucho.