Volver al aula

Los alumnos de regular, tras 37 días sin verse, se reencuentran a través de una videollamada con el profesorado de Cuarta Pared. En esta entrada se vuelcan algunas de sus experiencias tras este nuevo comienzo.

Beatriz Díaz- Segundo regular- abril 2020

En estos días, desde casa, me siento espectadora del mundo
La tierra sigue girando y yo me mantengo pasiva ante su rotación
Aquí dentro a veces parece que no sucede nada durante horas.


De repente una llamada, un correo, un mensaje, un aullido
Un grito elemental que escapa 
Comienza entonces una nueva ruta universal aquí dentro, en mi casa.


Día uno desde que nos vimos: Felicidades Rosa

Laura López- Segundo regular- Abril 2020

Veinte Corazones reecontrandose

Eva Gallego- Segundo regular- abril 2020

Ahinara Linares- Segundo regular- Abril 2020

«Cualquier parecido con la vida real es pura coincidencia»

Candela Martínez- Segundo regular- Abril 2020

Marta Rodríguez- Segundo regular- Abril 2020

No sé si quiero ‘volver’ al antes después

Navegué unos cuantos años a la deriva para decidir en qué puerto quedarme
La indecisión y la inseguridad estaban anquilosadas en mí y me costó mucho
arrancarlas.
Es gracioso que finalmente llegué a realizarme a un puerto sin mar, pero a un mar de
fueguitos en el asfalto.

Qué romántica me pongo en cuarentena.

No, yo no quería abandonar las aulas, los ensayos, los abrazos y las carreras a
contrareloj en bici. Me negaba a aceptar que antes iba el sobrevivir que el vivir, me
negaba a renunciar a mi trabajo por las buenas.

Luego comprendí, Martita, sal de tu ombligo, una pandemia acecha. Me resigné y leí un
poco la prensa menos mala. Me conciencié y me quedé en casa.

Sorprendentemente, fue un tiempo tan necesario para mí, para hacer las paces conmigo,
para reubicarme yo y poder establecer una relación con lo de fuera. De repente, la vista
se me ensanchó y tomó altura.

Pero un mes me pasó como un año. Como un año de silencio, donde aprendí a vivir
conmigo, a conocerme y a no juzgarme, a investigar sin expectativas aquello a lo que mi
ser me llevaba, un año donde aprendí a vivir con mis compañeros y donde todos nos
conocimos más y reescribimos el valor del respeto y de la armonía en la casa.
También, un año sin afectos humanos tan necesarios para mí: mi familia, mis amigos,
perros y gatos. Un año donde parecía que el mundo se acababa y la crisis sanitaria nos
recordaba el valor de lo importante en la sociedad y la fragilidad que nos acecha.

Llegó abril, crecieron los días y también mi vacío. Ahora tengo claro lo que por el
momento quiero y lo que no. Y lo que no, no es este lugar para nombrarlo, porque
prefiero darle lugar a lo que quiero en afirmativo: y quiero seguir, quiero seguir
aprendiendo, quiero de ese estímulo constante que me activa la niña y permite la
creatividad constante.

Necesito del teatro y de las personas que me rodean allí y necesito de esos lugares-oasis
que allí suceden.

La reunión grupal me recordó la importancia de la palabra comunidad. La importancia
de conferir espacios al diálogo y la importancia de integrar la parte humana y emotiva
dentro del aprendizaje. La enseñanza es un acto afectivo, y esa cualidad tiene muchas
implicaciones. Creo que la escuela se acerca a una parte muy grande, a la mayoría, y
creo que trata de llegar a la totalidad, lo que es más importante. Y cuando digo la
escuela, me refiero a todas las personas que formamos parte de ella. Creo que es
importante reflexionar sobre nuestra aportación para el conjunto y generar espacios
comunitarios que huyan del individualismo exacerbado del que todas somos víctimas.

P.D.- Tercero regular- Abril 2020

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s