Ahinara Linares- Segundo Regular- 29 marzo 2020
En una de esas sombras anoche hice este dibujo.

P.D.- Tercero Regular- 30 marzo 2020

Daniel España- Tercero regular- 30 marzo 2020
«Empieza el día en el umbral de mi ventana.
El tiempo en la jaula no se acaba, miro el telediario y se rompe la calma.
Las cifras marcan el número de gente que no vuelve a casa
El mundo se limpia
Crisis monetaria
La tierra respira el oxígeno que le faltaba.»
Daniel Pérez- Segundo regular- 30 marzo 2020

Beatriz Rivas- Segundo regular- 30 marzo 2020
Dialéctica de amo-esclavo de Hegel El amo existe porque lo hace el esclavo Dialéctica de luz-sombra En la oscuridad no existe ninguna En plena oscuridad no existo yo tampoco.
Candela Martínez- Segundo Regular 31 marzo 2020
MUNDO DE OPUESTOS
Hace dos semanas tenía la sensación de estar viviendo en la parte más agitada de un torbellino . Girando y girando, mareada hasta el alma pero sin llegar a caerme del todo. Casi rezando por romperme al fin lo suficiente para convertir arreglarme en una prioridad. Ahora estoy encerrada, chocándome con las paredes, pero en pausa.Estamos en un tiempo de opuestos. Morgues tan llenas que tienen que abrir el palacio del hielo a los cadáveres, sin cobrar entrada. Animales que retoman las calles tranquilamente, abejas que rebrotan en un aire más limpio. Prohibición de verse y de tocarse y unión, ayuda en la distancia. Teatros cerrados y redes sociales que se llenan de propuestas creativas. Brutalidad, paranoia, y toma de conciencia social. Un amigo de mi madre ha muerto. No puedo visitar a mi padre por miedo a contagiarle. Hay personas atrapadas en una burbuja de soledad, y personas que desearían estarlo por el ambiente en que les ha tocado estancarse. Pánico. Ambulancias que no llegan a tiempo. Gente cuyas manos se vuelven azules en algún callejón, sin que nadie se entere. Sin embargo, también se están disparando las menos comentadas necesidades básicas. Vernos. Apoyarnos. Aprecias cualquier mínima interacción para ser un poquito más amables. En los silencios dejados por la vorágine, hay quien ha encontrado el espacio vacío que necesitaba para crear. No lo sé. No soy quien para definir este momento mejor que esto.
Eva Gallego- Segundo regular- 31 marzo 2020
Laura López- Segundo Regular- 31 marzo 2020
SOMOS SOMBRAS
Mientras yo escribo esto, alguien esta muriendo. Ellos, los que de verdad estan pasando esto, estan solos en hospitales, sin familiares, sin amigos. Un día entran y muchos no salen.
Podría intentar poner luz al asunto, pero somos sombras, con grandes cortinas de humo, en las que de vez en cuando entra un rayito de arte.
La luz le toca al mundo, se ha librado de las sombras.
Jose Cánovas- Segundo regular- 31 marzo 2020
«Tormentas dentro de tormentas»
Lucho contra el insomnio. Bueno, no sé si puedo luchar contra él.
Estos últimos días duermo por la mañana y vivo por la noche. Son noches lúgubres, solitarias, amargas, pobres en felicidad.
Decidí que tenía que romper con eso, así que puse una alarma.
Una alarma; ese martillo mañanero que te penetra los tímpanos hasta matarte del asco. La he puesto a las 8:00.
A esa hora lo primero que hago es estirar y hacer algo de deporte. Aunque llamar deporte a lo que hago, es un sacrilegio para las personas que de verdad lo hacen. Digamos que hago ejercicio continuado hasta que me desmayo. (sí, así queda mejor)
Pensaba que con todas esas medidas, cuando llegase la desoladora noche, dormiría perfectamente, pero no. Son las cuatro de la mañana y estoy leyendo a Poe, mientras escucho una playlist de Country en Spotify.
Es difícil luchar contra el insomnio. Sobre todo, si solo tienes una frase en la cabeza «Tengo que dormir»
Es difícil luchar contra aquello que te atormenta. Es fácil vencerlo, solo tienes que no pensar en ello. ¿Pero cómo no voy a pensar en lo que me está atormentado? Es como una termita destruyéndome el cráneo. Como un goteo que no cesa.
Estos días estoy disfrutando de la luz y sufriendo de la sombra. No quiero que llegue el momento de la inmensa e infinita sombra. No quiero que cubra mi cuerpo y me torture. No quiero, no quiero, no quiero…
Rosa Pozuelo- Segundo regular- 31 marzo 2020
Vislumbres Vuelvo a la cocina y vuelvo al salón y vuelvo y vuelvo y vuelvo. Es más tarde pero sigue siendo 30 de marzo. El tiempo se ha quedado suspendido en nuestras casas. La ciudad está en silencio. Se escuchan los pájaros desde mi octavo piso ubicado en la avenida. Luz Voy a comprar al super y solo hay individuos con máscaras. Sombra. Pienso en cuánto tiempo llevaba sin estar y compartir con mi padre. Luz. El miedo te paraliza y te envuelve en sombras.
Me aferro a la luz:

intento llenar de vida.
Marta Rodríguez– Segundo regular- 31 marzo
Martha Sánchez- Tercero regular- 1 abril 2020
Acariciando suavemente las páginas, que recuerda a memorias pasadas sedientas de encontrar
respuestas, explicando la portada y el anverso, la contraportada y el reverso.
La pasión cuneiforme por los asientos de atrás y la locura informe de nuestros días contados.
El reloj se ha parado.
Y vuelve a deslumbrarme con el cristal y su reflejo, con su lisergia interrumpida.
La interrupción de una felicidad sólo vivida cuando es echada a la nostalgia, los
acontecimientos no tintados como felices o tristes, sólo la memoria es capaz de darles ese don,
soy yo quien los cambia según el tiempo pasa y cambio de opinión.
No tengo la capacidad de ser en el momento sensible a la felicidad. Pero puedo percibir su
despertar, su salida, como si de un sueño se tratara.
Lisergia interrumpida.
Como dejar el capitulo sin terminar al llegar a la parada.
El mundo se ha parado y yo permanezco helada mientras la humanidad tiembla.
Se ha frenado el fútil duelo de antologías feroces en las terrazas y en las comidas. Ahora solo
se vislumbran en las redes sociales. Sitio en el que además, es más fácil creerte tus propias
mentiras.
Se ha frenado la tristeza apartada por unas horas a cambio de risas y cervezas.
Se ha frenado también la culpabilidad de nuestros actos por salir a aplaudir a las ventanas.
Nuestras mentes, llenas de libertad y desinterés por las muertes, censuras y torturas ajenas al
virus en otros continentes y sin ir más lejos, en nuestro propio país, dónde mientras los
primeros días se recomendaba la gente quedarse en casa, seguían desahuciando a personas de
su hogar. Nuestra conciencia se ha limpiado con el mismo papel higiénico que ha desaparecido
de los supermercados por avaricia.
Todo lo que creíamos que tenía sentido y razón de ser en nuestras vidas, se ha frenado por un
tiempo indecible. Todo el entusiasmo y desosiego por cumplir sueños pequeños fechados en
este momento, se ve ahora suspendido en el tiempo, un tiempo tan difícil de recuperar como
las vidas pérdidas, o las economías familiares.
Suspendido en el tiempo, como una idea no desarrollada o un libro a medias, queda también
un amor. Confinados en un pensamiento compartido y solitario. Las promesas de un futuro tan
borroso y seguro como el mismo pasado en el que extendidos nuestros cuerpos al sol nos
entregábamos al deseo y su exposición. Las palabras ya no pesan, pero salen de tus labios
como el humo.
Laura Hernando- Tercero regular- 1 abril 2020
LAS LUCES, Y LAS SOMBRAS QUE NOS ACECHAN
Abrir las ventanas y ver una pared. La luz artificial de estos días nublados no me anima a hacer
nada, sin embargo, sigo haciendo. El problema viene cuando me siento, abro los periódicos
online, los artículos, me quedo absorta en mis pensamientos y llega un punto en que mi
cabeza se llena del blanco de la pared que veo por la ventana. Hay un punto en el que la
incertidumbre es la que responde mis preguntas.
Mis días grises se llenan de luz cuando trabajo en la red de cuidados de Madrid Centro, donde
estoy conociendo personas maravillosas. Cuando canto, dibujo o hablo con mis compañeras de
piso. Cuando hago videollamadas con la familia y amigos. Sin embargo, se oscurecen cada vez
que me entero de un nuevo caso.
Las casas pequeñas, sin espacio, con neveras vacías, con personas que han dado positivo
dentro, compartiendo 30 metros cuadrados. Las niñas sin acceso a internet y sin televisor que
están completamente fuera de una enseñanza que nunca ha sido igual para todas. Las
personas migrantes que sufren el racismo policial, institucional y que muchas veces,
desconocen los recursos a los que pueden recurrir por una brecha en el acceso a la
información, de la que poco se habla. La policía de balcón cuyo individualismo y envidia
corrosiva lleva a atacar a aquellos que deben, o necesitan salir a las calles, hoy tan vacías. Los
despidos. Los negocios cerrados. El padre de mi pareja repitiendo “No sé qué comeremos
mañana”. La llamada de una mujer preguntándome cómo iba a pagar su piso, que muy bien
que le llevemos la compra, pero que qué pasa mañana. Los recortes en sanidad que han
llevado a una reorganización del sistema sanitario dejando vacíos los centros de atención
primaria, heroicizando una profesión, que muy lejos de ser heroica, es imprescindible y ha sido
durante años lentamente destruida y devaluada. La ansiedad. Las trabajadoras de los cuidados,
sin empleo, sin contrato, sin nada. El miedo colectivo. La lejanía. La prohibición de los besos y
los abrazos. El echar de menos y estar lejos de las personas a las que quieres. Las muertes y los
ingresos, cada vez más cercanas. El esperar, qué vendrá mañana. Esperar. Esperar. Esperar.
Esperar. Esperar. Esperar. Esperar. Esperar. Esperar.
Soluciones lentas, soluciones incompletas, soluciones dentro de un sistema que es incapaz de
solucionar nada. No rescatemos lo antiguo, creemos lo nuevo. Solas no podemos, ya lo hemos
visto. Las luces. Ha vuelto el tiempo, lo compartido. Se ha manifestado que la sanidad NO
PUEDE SER un negocio, porque NO ES rentable y porque NO DEBE serlo. Hemos escupido bilis
al ver como empresarios han preferido arriesgar la salud de sus trabajadores condenándoles a
enfermar o a contagiar a sus seres queridos, ¡nos necesitan y lo saben! Ahora tenemos que
saber que sin nuestra colaboración, ellos no pueden, que nuestras vidas son más importantes
que las de las grandes empresas. Los barrios llenos de solidaridad. La huelga de alquileres, la
movilización por frenar la curva social. Los repartos de comida que se suman cada día. La
incorporación de personas voluntarias.
Nos hacemos conscientes de nuestra interdependencia. Nos hacemos conscientes de lo
imprescindible. Las luces son la oportunidad por un futuro que tenga la vida en el centro, que
tenga los cuidados por bandera, que abandone el consumismo y cambie sus dinámicas de
producción. Las luces son el tiempo para pensar un futuro que tenga en cuenta la naturaleza y
el entorno y sea consciente de que somos eco-dependientes. Que tenga en cuenta a las
personas que lo habitamos. Pero para eso, hay que coger carrerilla, porque de momento el
miedo va ganando.
Susana Sanz- Primero regular- 1 abril 2020
Rosa Beunza- Primero regular- 1 abril 2020
Carta a Esther, refugiada judía que viaja a bordo del San Juan, 1942.
«Querida Esther,
Creo que empiezo a comprender algo de la situación que estás viviendo.
Podría empezar hablando de la incertidumbre; al principio, solo me planteaba cosas como: ¿Qué es este mal que nos acecha? No llegará hasta aquí ¿no? Y si llega… No será tan grave. Pero poco a poco me fui dando cuenta de que sí, es tan grave como pensaba y más.
Decidí irme de mi nuevo hogar, no porque quisiera, si no porque era lo mejor para mi, pero no quería, no me imaginaba abandonar mi nuevo hogar aunque fuera por quince días. Entonces me planteé: ¿Qué sería abandonarlo para siempre?
Llegué a Pamplona. Por suerte me esperaba mi familia, gente que me quiere, con un techo, comida, calor y, lo más importante, amor. De nuevo pensé: ¿Qué sería llegar a un sitio y que te rechacen? Después de haber huido de tu casa, de la que no querías salir, llegar y sentir que no tienes un sitio propio.
Comenzó este pequeño enclaustramiento y la gente comenzó a enfermar a mi alrededor. Sentía la amenaza cerca, dormía con miedo de despertar y recibir malas noticias de familiares. ¿Y tú Esther? ¿Como podías dormir tú sabiendo que Mine podía sufrir todo ese daño? Sabiendo que seguramente ya lo estaba sufriendo y tu no podías hacer nada, solo paliarlo, solo esperar.
Pasaron los quince días, parecía que todo iba a acabar y, de repente, estos quince días se convierten en treinta. Pero ¿Qué son treinta días en comparación con tres meses? Tres meses en un barco a la deriva, sin poder atracar, viendo como a cada día le sigue otro y otro más.
A pesar de todo, me he dado cuenta Esther, que soy afortunada, porque yo se que esto pasará, porque no dependo de nadie ni nadie de mi, solo tengo que cuidarme y pasará.
Puede que tenga que llorar por alguien o puede que no, pero pasará. ¿Y tú? ¿Sabes si tu sufrimiento pasará? ¿Sabes si os dejarán de perseguir? ¿Os dejarán a ti y a Mine tener la vida que os han arrebatado solo por ser judías?
Espero que sí, Esther, espero que lleguéis a buen puerto y espero que las atrocidades que estáis viviendo no se vuelvan a repetir.
No creo que pase, la humanidad esta avanzando, no cometeremos los mismos errores. ¿No?
Un saludo, Esther.»
Esther es uno de los personajes que se encuentran en la obra de teatro «San Juan» de Max Aub.
Pablo Hunter- Primero regular- 1 abril 2020


Eric Ruiz de Loizaga- Segundo regular- 1 abril 2020
En el frío y el silencio, Enloquezco y nace el miedo, De mis sombras y de mí, De la tristeza constante, Hay días que son así. Pero justamente ahí, En el borde de lo incierto, La luz sale a relucir, En el fondo de mis sombras, Donde el arte nace en mí.
Paula Rodríguez– Segundo regular- 1 abril 2020
Haciendo un repaso por éstos días que llevamos encerradxs no he podido parar de preguntarme ¿Por qué no me parece tan terrible?¿Por qué no estoy volviéndome loca y deseando volver a la normalidad? Creo que porque a pesar de la razón negativa por la que estamos así, a pesar de toda la desgracia que no deseo, el mundo se ha puesto en pausa y siento que era necesario.
Necesario para tomar conciencia, analizar que queremos, que es lo que realmente importa que necesitamos o que no valoramos sólo por tenerlo al alcance de nuestras manos a diario.
Basta ya de vivir con la velocidad aumentada, corriendo de lado a lado fatigados,como si nada importara,BASTA.
Me choca muchisimo que le encuentre parte positiva a todo ésto, pero es así. Podemos centrarnos, podemos ocuparnos de un sinfín de cosas a las que antes no le dábamos importancia, podemos escucharnos, incluso hasta estamos más en contacto con la familia y los amigxs.
Podemos hacer limpieza no solo en nuestras casas, también en nuestras cabezas y tirar todo aquello que no nos sirve una mierda, organizar y priorizar.
Darnos cuenta que no importa tanto el “yo” que importa mas el “nosotros”, que nos necesitamos y compartimos mas cosas de las que igual no somos conscientes, nos guste o no.
Absurdamente siento que antes estábamos en las sombras y ahora empieza a haber luz y se necesita luz para elegir un rumbo apropiado.